jueves, 21 de enero de 2010

Nuestra Señora de las Angustias


El mismo día en que la Congregación de la Buena Muerte se constituye en Congregación-Hermandad de las Angustias y de la Buena Muerte en septiembre de 1941, se acuerda la firma del contrato para la ejecución de la imagen de Nuestra Señora de las Angustias con el imaginero malagueño José Navas-Parejo Pérez. Se le hace saber que ha de ser "reproducción exacta de la que se venera en Granada" talla próxima al estilo de Gaspar Becerra (s.XVI), y que durante su etapa penitencial, especialmente durante el s.XVIII mostraba una iconografía algo diferente a la actual (patrona): de pie tras la mesa de altar con cristo yacente, aunque desde dicho siglo, los amplios ropajes con los que se viste confundir al espectador haciéndole pensar que está sentada con el yacente sobre sus piernas.

Resulta conveniente advertir que los términos "Angustias" y "Piedad" en muchas ocasiones suelen usarse indistintamente, aunque la advocación (en este caso, "de las Angustias") es independiente de la descripción meramente artística de los elementos, es decir, la iconografía . No obstante, para evitar confusiones iconográficas e iconológicas es interesante tener en cuenta que, dentro de la variedad de modelos iconográficos formados por el conjunto de la imagen de María y la del Señor muerto, al especialísimo y concreto modelo granadino, del que procede el almeriense, se le llama "Virgen de las Angustias".

Como decimos, el imaginero Navas-Parejo representa el modelo almeriense a imagen y semejanza del icono granadino real, apostando por una visión mística del momento en que la Virgen muestra a su hijo muerto. Iconográficamente, este misterio hierático lo compone una talla de la dolorosa de pie detrás de Cristo yacente que aparece posado sobre una mesa de altar revestida. La Virgen mantiene la mirada levemente inclinada hacia abajo y al frente, hacia un hipotético espectador. A su vez, los brazos se muestran abiertos con las palmas de las manos hacia arriba en actitud oferente de Jesucristo en cuerpo yacente. De este modo, iconológicamente se trata de un original misterio mariano en el que el peso del mensaje recae en la figura de María que, al estilo de una primera sacerdotisa, Madre de la Iglesia y Corredentora del género humano, presenta el sacrificio de su hijo posado sobre un altar de sacrificio como camino de la salvación de la humanidad.


La imagen se bendice el 10 de abril de 1943 en el Sagrado Corazón de Jesús si bien no sale en procesión hasta la Semana Santa de 1951. Navas-Parejo, que percibió por este trabajo 13.500 pesetas, representa un rostro maduro, de aires castellanos, que se asemeja al de la patrona de Granada, siendo los ojos de cristal, con pestañas postizas en los párpados superiores y cinco lágrimas de cristal que corren por las mejillas, tres a la derecha y dos a la izquierda. Fue nuevamente policromada en 1995 por José Lucena Gómez, mismo año en el que se le recorta el candelero, quedando la efigie del yacente en una posición algo más elevada. Así, la iconografía resultante sugería una interpretación más cercana a un modelo de piedad diferente al original granadino.
Durante la Cuaresma de 2008, el imaginero Fernando Murciano llevó a cabo la sustitución de las antiguas pestañas por unas nuevas y en el año 2012 le devuelve al candelero su altura original, acercándose, de nuevo, a una interpretación iconográfica más fiel a su lectura primitiva penitencial.






La imagen del Cristo yacente se trata de una imagen anatómicamente bien proporcionada pese al poco detallismo de su acabado en la que destacan sus mortecinas carnaciones y acentuada rigidez cadavérica. Precisamente en noviembre de 2007 Fernando Murciano lo restauró eliminando los añadidos, repintes y elementos metálicos que presentaba y sustituyendo en parte éstos por espigas de madera. Se aprovechó también para revisar los ensambles, si bien aquellos ya habían sido reforzados en una restauración anterior y se recuperó parte de la policromía original reintegrándose al óleo las zonas irrecuperables con sus correspondientes pátinas. Los ojos, que son pintados en la madera, aparecen entreabiertos al igual que los labios, a causa del violento fallecimiento, presentando el pómulo derecho fracturado y ensangrentado si bien la posición de las extremidades difiere del modelo granadino.
Establecida canónicamente en la Iglesia Parroquial de San Juan Evangelista de Almería







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