Como destacan Sergio Cabaco y Jesús Abades en LaHornacina.com, la imagen recuerda los modelos mesinos del Cristo del Amor y del Cristo de los Estudiantes, ambos en Sevilla, con la cabeza girada hacia el lado derecho, el rostro conservando el rictus de dolor y la atlética anatomía, aunque sin la impecable descripción de músculos, venas y tendones que ofrecen los anteriores. Cabellera y barba, partidas al centro, se disponen en onduladas guedejas, cayendo la melena sobre la espalda, cuello y pecho derecho. El semblante, de acusadas facciones hebreas, posee los ojos y los labios entreabiertos, huesudas mejillas y la frente lacerada por las espinas de una corona que no lleva. El cuerpo muestra fuertes brazos que se resisten a quedar colgantes del travesaño del madero, tórax ancho, vientre tenso, cintura estrecha y piernas colocadas en posición frontal, montando el pie derecho sobre el izquierdo. Por su parte, el sudario, cordífero, se anuda en las caderas del Varón formando dos lazos. Las carnaciones son cálidas, con moderados signos de los tormentos.
Respecto a la Cruz sobre la que aparece la imagen, se trata de un madero de sección cilíndrica y arbórea que no es el original. La Cruz original fue sustituida en diciembre de 1995 por una realizada por José Lucena tras la restauración a la que sometió a la imagen. Recientemente, en septiembre de 2007, una nueva Cruz de Francisco Verdugo vino a sustituir a aquella de Lucena. La actual, realizada en madera de cedro, presenta mayor dimensión, midiendo el stipes 3´70 metros, mientras que el patibulum 1´80 metros y la Hermandad aprovechó este cambio para restaurar, además, los anclajes de la imagen con la cruz.